miércoles, 28 de noviembre de 2018

Batalla en el bosque maldito


Ya desde la distancia se podía percibir algo extraño en aquel bosque.

Los árboles tomaban en amplias zonas un color rojizo y moribundo que contrastaba con el color verde de las espesas arboledas que se extendían hasta el horizonte.

Los testimonios de los escasos lugareños que se atrevían a aproximarse al bosque hablaban de desapariciones misteriosas, luces refulgentes en la noche y otros fenómenos inexplicables, en una zona que ya desde tiempos antiguos era tenida por maldita, y en la que hacía siglos que no vivía nadie, quedando apenas algunas ruinas como vestigios de aquellas poblaciones que hubo generaciones atrás en los claros del bosque.

Lo que parecía una mera superstición, comenzó a tomar otra dimensión, cuando en todas las aldeas cercanas se reportaron desapariciones y muertes inexplicables de sus vecinos, que siempre venían precedidas de repentinos apagones del suministro eléctrico.


Sospechando de la autoría de saboteadores enemigos, se envió una patrulla de reconocimiento, que detectó movimiento en las zonas de mayor espesura de la vegetación, cuyo origen fue revelado a los pocos minutos por un reconocimiento aéreo. Cientos de humanoides de aspecto mecánico, caminaban entre los árboles en dirección a las ruinas y junto a ellos, enormes estructuras de color oscuro se movían levitando emitiendo un resplandor verdoso. 








El Oberkommando des Heeres recibió las imágenes aéreas, de lo que los analistas identificaron como Necrontyr, una antigua civilización alienígena tan avanzada como poco conocida, de la que se cree que existe desde hace milenios y con la que las fuerzas de Kriegstadt ya habían tenido algunos encuentros en ocasiones anteriores, en otros mundos lejanos, con devastadores resultados.

Conscientes de la gravedad del peligro y la necesidad de neutralizarlo de manera contundente, se envió de inmediato a la zona al Schwere Panzerabteilung 528, cuyos carros de combate se dispusieron en línea para recibir al misterioso enemigo con una lluvia de proyectiles en un claro del bosque junto a las ruinas.

No sabemos lo que son, pero no necesitamos saberlo, porque no vamos a dialogar con esas cosas, únicamente a destruirlas” dijo por radio el Coronel Otto von Müller a las tripulaciones de los panzers bajo su mando. Y así, según asomó la primera criatura mecánica entre la vegetación, se desató el fuego.




Miles y miles de proyectiles de todos los calibres acribillaron a aquellos seres de metal, que, sin embargo, lejos de intentar cubrirse o evitar el infierno que caía sobre ellos, continuaban avanzando impasibles. Algunos eran desintegrados, mientras que otros se mantenían en pie caminando, y otros, que habían sido derribados con graves daños, se recomponían y se volvían a levantar para continuar avanzando.




Repentinamente, dos figuras de aspecto espectral y fantasmagórico se adelantaron a los caminantes metálicos, levitando sobre el suelo, y se lanzaron contra los carros de combate situados en vanguardia de las líneas Kriegstadter. Una llamarada impactó de lleno a uno de aquellos seres, expedida por el tubo del carro lanzallamas que había avanzado para repeler cualquier asalto cercano a los carros pesados. Sin embargo, el ser, envuelto en llamas e impregnado de combustible, no parecía afectado por este ataque, y con una de sus extremidades, de forma afilada, cortó el blindaje del vehículo como si fuese papel, provocando una gigantesca explosión que dispersó combustible ardiendo a muchos metros a la redonda.


Tras este terrible espectáculo, otros panzers corrieron similar suerte a manos de estos seres.
La lluvia de disparos no cesó en ningún momento, y se centró en estas entidades extrañas, a las que los impactos de los proyectiles apenas afectaban con ligeras sacudidas.
Solicitado por radio, con desesperación, el apoyo aéreo, no tardaron en aparecer los cazabombarderos de la Luftflotte, haciendo ataques en picado sobre los Necrontyr, situados de manera muy expuesta en el claro del bosque. Ametrallaron y bombardearon a sus unidades, destruyendo aparentemente a cierta cantidad de los seres de metal.



De repente, en mitad del terreno ocupado por el enemigo, mientras estos humanoides mecánicos caminaban entre las ruinas de los edificios, un destello de color violáceo restalló entre ellos. El piloto del cazabombardero de la Luftflotte no identificó lo que era, ni tampoco se interesó demasiado por ello, simplemente hizo una pasada sobre todo aquello, disparando con furia los cañones automáticos, cuyas bocachas estaban ya al rojo vivo.


Ni el piloto ni el resto de las tropas que allí se encontraban, podían imaginar en ese momento que aquel resplandor era un efecto del teletransporte que había llevado de manera instantánea a un gran número de desconocidos guerreros al corazón de las líneas enemigas.
Los guerreros estaban equipados con pesadas servoarmaduras de color beige con ornamentos de color verde oscuro. Las tropas de Kriegstadt no sabían en ese momento si estos individuos eran aliados o no, dado que no contactaron con ellos previamente ni se identificaron en modo alguno. Los reportes de inteligencia posteriores indicaron que eran conocidos como “Los Ángeles Oscuros”, una orden guerrera extranjera.



Los proyectiles de las aeronaves impactaron por igual tanto en los enemigos como en estos nuevos visitantes inesperados, permitiendo las armaduras de estos últimos, que los proyectiles les derribaran sin causarles daños de mayor importancia, volviéndose a levantar del suelo.
Estos guerreros de aparición inesperada se lanzaron con furia en una lucha cuerpo a cuerpo contra los enemigos metálicos, con gran efectividad, arrancando sus cabezas y extremidades con pesados guanteletes mecánicos.


Dada la efectividad de las poderosas armas cuerpo a cuerpo de los guerreros, el fuego de las fuerzas de Kriegstadt se dirigió hacia otras zonas, más por una cuestión práctica que por consideración hacia la ayuda inesperada.


Aprovechando la situación, se dio la orden desde el Oberkommando, de evacuar a los heridos y replegar las tropas terrestres a posiciones menos expuestas para dejar que la situación se resuelva, en lo posible, por parte de las fuerzas desconocidas que estaban interviniendo, mientras que la aviación se centraría en atacar a los objetivos más grandes. Certeros disparos destruyeron las principales máquinas de guerra Necrontyr desde el aire.


De repente, los guerreros metálicos quedaron paralizados durante un momento, dejaron de combatir y adoptaron una posición erguida. Un segundo después, un fulgor verdoso inundó todo el campo de batalla, y los alienígenas mecánicos se desvanecieron en el aire, sin dejar rastro alguno tras de sí.
Los Ángeles Oscuros, ante la desaparición de su enemigo, activaron una especie de radiobaliza y se situaron alrededor de ella, teleportándose al mismo lugar del que vinieron, una nave espacial furtiva que se había situado en órbita sin ser advertida su presencia.



En el informe del Coronel von Müller, presentado ante la comisión que investigó este incidente armado, se consideró que probablemente, las fuerzas hostiles, al estimar la gravedad de sus daños optaron por retirarse mediante alguna clase de portal o medio de teleportación, a un lugar indeterminado. El bosque fue bombardeado con bombas incendiarias y peinado por tropas terrestres en busca de presencia enemiga, que no fue encontrada.

En la zona se situaron sensores y sistemas automatizados por si se produjera actividad sospechosa. A los pocos días llegó a la zona un destacamento científico y la zona se declaró zona restringida.


Resultado: Empate
- Las fuerzas de Kriegstadt no han conseguido erradicar la amenaza Necrontyr ni tomar sus posiciones.
- Los Necrontyr no han conseguido acabar con los humanos ni romper su línea defensiva.
- Los Ángeles Oscuros han aparecido tardíamente y no han conseguido tomar las posiciones ocupadas por los Necrontyr.